lunes, 9 de julio de 2012

Historias perdidas de Arda 1. De los Orcos


De los orcos
C
omo se cuenta en elsilmarillión la raza inmunda de los orcos nació en los díasantiguos cuando los elfos despertaron en cuiviénen en la edad de los árboles, la tierra media estaba prácticamente abandonada por los valar -salvo por Yavanna,  Oromë y Ulmo- por eso Melkor fue el primero en hallarlos, Sabiendo de los planes de Ilúvatar y del despertar de sus primogénitos, Melkor con inteligencia y Malicia esparció a sus sirvientes; espíritus maiar corrompidos y hasta criaturas de la naturaleza que, corrompidos y cambiados ya lo servían como espías y centinelas, aguardando y acechando esperando el despertar de los quendi, Melkor pensaba que si llegaba antes a los primeros nacidos antes que los valar, podría con mentiras y manipulaciones convertirlos a su causa y llevados a la oscuridad pasarían a ser sus vasallos tal como cayeron los maiar antes, eso planeaba Melkor, y en verdad si hubiera logrado su objetivo amarga hubiera sido la historia. Ahora bien, cuando los elfos despertaron, pasaron un tiempo sin ser descubiertos por los sirvientes de Melkor, tiempo que hizo que maduraran los corazones de los padres de los elfos, y sin embargo los elfos como se demostró después no pueden ser sometidos ni convertidos a la causa de Melkor. Ahora bien después de ser descubiertos Melkor mismo se presentó y mientras se acercaba a las montañas de orocarni, las montañas del este, escuchó una melodía, una tonada salida de muchas y bellas voces, pues los elfos al principio no habían ideado instrumentos musicales pero su pura voz ha tenido desde siempre una exquisita musicalidad y en la distancia aún sin ser descubierto Melkor entendió que los quendi tenían más poder del que imaginaba, en la sencilla pero armonica y sutil música que de los elfos manaba Melkor recordó como por una visión la Música de los Ainur y pensó Melkor que Ilúvatar puso en ellos alguna chispa de la llama imperecedera y que los elfos no podrían ser manipulados. Esto llenó de envidia y miedo a su negro corazón, la envidia, como es común, se convirtió en odio, Entonces Melkor que hasta ahora se acercaba al campamento de los elfos con un cuerpo de sabiduría y agradable a la vista, se convirtió con su poder en una horrible criatura, un centauro, Alto y de mirada terrible, su figura irradiaba una poderosa negrura que hacia flaquear la luz de las estrellas a las que veían y cantaban los elfos, esto desanimó a sus corazones y desorientados dejaron de cantar; entonces con un gran salto Melkor se acercó a ellos y con una expresión de extremo rencor los asustó, los elfos que hasta ese día nunca habían visto ni conocido de maldad alguna trataron de escapar en todas direcciones, y Melkor con velocidad dio alcance a muchos, los primeros en ser alcanzados se desfallecieron, otros fueron asesinados por la furia de Melkor pero la mayoría logró escapar y se ocultaron en los alrededores, bajo árboles o sobre ellos e incluso dentro de las aguas de cuiviénen.

(En él me inspiré/imaginé Motaro un personaje de Mortal Kombat y si ya se, es una jalada)

 Ahora bien, los cuerpos de los elfos desmayados o muertos fueron presa de Melkor, que después de analizarlos convocó a sus sirvientes que estaban cerca y ellos llevaron los cuerpos a la ciudadela secreta de Melkor: Utumno la maldecida, Utumno la sangrienta. Los cuerpos sin vida fueron desmembrados y su sangre sirvió para crear poderosas pociones y para la hechicería de servidores de Melkor como Sauron o  Gorthaur el Cruel como luego se le conoció entre los elfos. Pero los demás despojos fueron alimento de carroña para lobos y demás criaturas que en ésa edad abundaban en las estancias de Melkor. Ahora bien, los que fueron llevados con vida a Utumno despertaron de una pesadilla para llegar a otra mucho peor; fueron lanzados a las mazmorras de Utumno y Melkor puso toda su atención en un prisionero que demostró mayor poder y gallardía, el único que afrontó el terror y trató de parar al monstruo de cuatro patas, el primer hijo de ilúvatar en enfrentarse con un Valar, Ziringwë se llamaba y era hermano menor de Ingwë quién en edades posteriores se convirtió en el rey de todos los elfos. Ziringwë fue valiente y sin embargo poco pudo hacer para parar la arremetida del Centauro, sin otra arma que sus manos y su valor Ziringwë solo pudo lograr que la fiera se retrasara y muchos de los elfos pudieran huir, pero el precio fue demasiado caro pues con un certero golpe en la cabeza Melkor lo dejo inconsciente, ésta acción heroica y de sacrificio de las primeras que se tengan registro todavía se canta entre los eldar. Ahora bien, en la mazmorra de Utumno Melkor interrogó a Ziringwë y éste se maravilló de que Melkor pudiera comunicarse con él con palabras pues los primeros elfos jamás habían encontrado otra criatura que se comunicara con palabras; sin embargo Melkor no hablaba en sí el primitivo idioma de los elfos, sino que se comunicaba directamente a la conciencia del ser. Cuando Melkor con otra forma corpórea le preguntó a Ziringwë de la comunidad elfica, de cuantos eran y de a quien seguían, Ziringwë pudo percibir la malicia del corazón de su interlocutor, y comprendió que no era otro que el salvaje centauro, entonces Ziringwë se negó a hablar y aún encadenado trató de asestarle un golpe a su captor, conformóse Melkor, lo dejó solo en la mazmorra y se puso a meditar sobre qué hacer con los elfos. Los demás cautivos se hallaban en mazmorras aparte y muchos de ellos estaban juntos pues los sirvientes de Melkor pudieron traer con vida a tres docenas de desgraciados, ahora bien, desde la Ainulindalë ningún vala era capaz de crear complejas formas de vida, seres que pudieran crear, discernir, o expresarse con palabras, fue entonces cuando Melkor recordó como había creado a los lobos asesinos y los árboles traicioneros; siendo criaturas originalmente benignas y creadas por Yavanna fueron después secuestradas por el malvado Melkor y supliéndoles sus espíritus insertó en ellos espíritus de fantasmas y demonios a su servicio. Sin embargo los elfos eran demasiado fuertes de mente y cuerpo y suplirles los espíritus sin matarlos no era posible, mucho tiempo estuvo Melkor en su trono oscuro de Utumno cavilando como subyugar a los elfos antes de que fueran encontrados por los demás valar. Durante este tiempo los prisioneros elfos fueron sometidos a malos tratos pues nunca antes los moradores de la ciudadela de utumno habían tenido prisioneros de éste tipo; al ver que uno de los prisioneros comenzó a cantar para dar fuerza a sus compañeros uno de los centinelas lo silenció con rapidez y rencor propinándole tal golpe en el vientre que nunca más el aire volvió a entrar suficientemente en el elfo obligándolo a mantenerse permanentemente en el suelo y con poca capacidad para hablar, obligado a abandonar las esperanzas. Las mazmorras estaban cientos de metros bajo tierra y privados de toda luz los prisioneros con el tiempo fueron perdiendo la fuerza de cuerpo y de espíritu; entonces Melkor sabiendo esto ordenó que a cada prisionero, todos los días fuera martirizado, físicamente eran lastimados doblando sus extremidades en posturas anormales, forzando a los compañeros a contemplar la escena bajo amenaza de un cruel látigo de llamas, sus cabellos eran duramente sujetados y jalados de tal manera que eran arrancados de un tirón, sufrían amplias quemaduras con metales líquidos y más aun sus mentes eran frecuentemente atacadas por fantasmas que con ilusiones e imágenes terribles hacían de la desesperanza un obstáculo para cualquier momento de descanso, tan tétricas y salvajes fueron las primeras torturas que muchos prisioneros murieron por las heridas y los que sobrevivieron a los pocos días perdieron la razón e incluso los recuerdos de la vida tranquila que antes tuvieron. Ahora bien, después de mucho tiempo el grupo de elfos cautivos disminuyó de tal manera que una de las mazmorras había quedado vacía. Entonces Melkor encomendó a su más alto lugarteniente Sauron, que tomara forma de un poderoso y oscuro jinete y en cada jornada hiciera ruidos y esparciera oscuridad y espanto y secuestrara por lo menos a dos elfos más, los que estuvieran más alejados o los que se atrevieran a alejarse demasiado del campamento ubicado cerca de las lagunas de nacimiento. Así fue como Sauron y sus ayudantes fueron acrecentando el número de los desgraciados.
Al paso de largas jornadas los elfos en las mazmorras habían sido totalmente disminuidos al grado de que incluso podría dejárseles con las puertas de las prisiones abiertas, y ellos nada hacían, pues cualquier ser en Arda o fuera de ella, que sea abandonado hasta por si mismo y renuncie a cualquier esperanza no puede ya obrar nada, ni tener voluntad ni razón, se convierte en un ser sin ser un muerto en vida. Pero Sauron al sentirse aburrido por la monotonía de sus funciones fue al oscuro trono de su amo y le habló arrodillado:
Poderoso señor Melkor, todas los días he traído miserables como haz ordenado y las mazmorras vuelven a estar como antes, nuestro capitán Gotmog trabaja en las torturas y mi ayudante Azeereg se encarga de sembrar las pesadillas en sus mentes, pero no comprendo gran señor el objeto de estas acciones, si te es posible revela la finalidad a este fiel seguidor tuyo.
  Melkor cerró su mano bajo su mandíbula y dirigió su mirada a Sauron, su mirada profunda, grave, inmensa y terrible que solo Sauron y unos cuantos más podían soportar
—Todo lo que ellos hacen, lo que los poderes obran[1] todo lo que dictan ha de ser reescrito. Pero nada hacen bien y su pequeñez mental es denigrante, pero estos seres no fueron creados por ellos sino por el único[2] por eso es mi intención crear nuevos seres a partir de ellos, igual como reformé a modo de burla los árboles y demás criaturas de Yavanna[3] si estos seres parlantes son hermosos yo los haré aberrantes, si son capaces de crear música yo los haré temer cualquier tipo de canción, si tienen ojos luminosos yo haré que solo la oscuridad salga de ellos y si son altos haré que sean bajos y toscos, ahora ve y haz que a cada prisionero se le haga sufrir de  aplastamiento de tal manera que poco a poco tengan menos estatura.


[1] Los valar
[2] Ilúvatar el dios absoluto, creador de los dioses menores denominados “los valar”
[3] La Valier encargada de la naturaleza. 

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Nota:
El próximo lunes 16 de julio de 2012 se publicará la continuación.


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